jueves, 17 de julio de 2008

Viaje Darjeeling (EE.UU. 2007)

Con 38 años y cinco largometrajes en su haber, Wes Anderson se ha convertido en uno de los directores más vanguardistas, creativos y excéntricos (como sus personajes) del nuevo cine norteamericano. En poco más de una década de carrera, se ha ganado la admiración de un nutrido grupo de fanáticos incondicionales, pero también -especialmente con sus dos últimos trabajos- cierto rechazo por parte de un creciente sector de la cinefilia que ha empezado a castigar su manierismo, su virtuosismo formal por momentos insustancioso, su distanciamiento y frialdad emocional, su permanente apuesta por el artificio, su desmañado humor absurdo y su regodeo en citas y guiños cómplices para los cultores iniciados de su iconografía pop.

En Viaje a Darjeeling , tres hermanos (Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman) se reencuentran tras un largo distanciamiento luego de la muerte de su padre para compartir un viaje en tren por la India pensado como proyecto común de sanación y de crecimiento espiritual y como punto de partida para una posible búsqueda de su madre (Anjelica Huston), una mujer que ha optado por la vocación religiosa y la tarea humanitaria en una recóndita zona de ese país.


La película, como en todo el cine de Anderson, ofrece unos cuantos planos secuencia suntuosos y embriagadores, personajes y diálogos delirantes, imágenes y situaciones muy creativas tanto en interiores (especialmente en el tren que los conduce) como en los exteriores de la India, pero en buena parte de su escasa hora y media de duración deja también una sensación de acumulación inorgánica y anárquica que coquetea peligrosamente con lo anodino.


Los seguidores de Anderson encontrarán en la apuesta por el absurdo, en su talento formal, en la ecléctica selección musical (que incluye desde homenajes a las bandas sonoras del director indio Satyajit Ray y de la dupla Ismail Merchant-James Ivory hasta composiciones de Claude Debussy, Ludwig van Beethoven, los Rolling Stones y The Kinks), y en los cameos de Natalie Portman, Bill Murray y Barbet Schroeder sobrados motivos para el regocijo y la celebración. Para ellos, además, hay otra gran noticia: antes de la película se recomienda ver Hotel Chevalier , cortometraje de 13 minutos rodado en un hotel de París que funciona como suerte de precuela del largo y que encontrará su razón de ser en el final de Viaje a Darjeeling .

Diego Batlle. Diario “La Nación”.

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