Pequeña y encantadora. Así es Funny Ha-Ha, y si se quiere, también absolutamente frágil y contingente. La ópera prima de Andrew Bujalski, “la nueva cara del cine indie norteamericano” (como señaló la crítica de su país), transcurre en un verano en Boston donde un grupo de estudiantes universitarios no hace mucho más que estar ahí. Casi como si Eric Rohmer diera un paseo por la ciudad para recopilar algunos pequeños e intrascendentes momentos en la vida de una adolescente crecida que acaba de graduarse.Marnie (la adorable Kate Dollenmayer) tiene 23 años y su decisión más importante (además de buscarse algún trabajo temporal) parecería ser si hacerse un tatuaje tribal o el de una vaca. Y claro, esperar a Alex, el chico que le gusta, dar algunos besos (por lo general a las personas inadecuadas), emborracharse un poco y hacer una lista con los planes para todo el mes siguiente. “Ir al museo”, “Pasar más tiempo al aire libre”, “No tomar alcohol”.
No hay grandes sobresaltos en Funny Ha-Ha, ni grandes amores, ni grandes tragedias. Los personajes de Bujalski no tienen opiniones políticas y por momentos ni siquiera opiniones. Sin ninguna impostación, Funny Ha-Ha parece simplemente transcurrir, como si flotara en un eterno presente donde todo es posible y muy poco se concreta, y en el medio sólo hubiera espacio para pequeños diálogos, breves encuentros, dudas, vacilaciones, balbuceos.
Funny Ha Ha (EE.UU./2002). Guión, dirección y montaje: Andrew Bujalski, Música: Bishop Allen, The Crack, Pipes, Dead Cat Bounce, Matty y Mossy. Con Kate Dollenmayer, Christian Rudder, Jennifer L. Schaper, Myles Paige, Marshall Levy, Lissa Paton Rudder, Andrew Bujalski. Presentada por 791cine. Hablada en inglés. 85 minutos. Calificación: para todo público.
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