
Construida a partir de una animación en blanco y negro (sólo hay breves fragmentos en color al principio y al final) tan bella como artesanal, Persépolis combina las experiencias de una niña, luego adolescente y finalmente mujer con cierto didactismo a la hora de explicar la historia iraní del siglo XX: la dictadura del sha, la breve esperanza de apertura tras la revolución, el revanchismo, el regreso del fanatismo religioso y la represión generalizada con la mujer como víctima principal, en medio de una situación socioeconómica y política devastadora: desabastecimiento de alimentos, mercado negro, la larga y sangrienta guerra con Irak, bombardeos contra la población civil y fusilamientos de militantes progresistas.
Con un estilo visual muy logrado que combina la simplicidad de la animación en 2D con una enorme creatividad en su estilo abstracto y con mucho humor para descomprimir las dimensiones trágicas de semejante melodrama (la protagonista tratando de usar zapatillas occidentales y remeras con leyendas punk o de comprar casetes de la banda de heavy metal Iron Maiden), Persépolis resulta -más allá de cierta tendencia a un subrayado políticamente correcto- un verdadero hallazgo tanto en términos estéticos como en su descripción visceral, despiadada y desgarradora de los vaivenes sociopolíticos de Irán y de los efectos íntimos y familiares del exilio. Una multipremiada película que no merece pasar inadvertida.
Diego Batlle Diario La Nación
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