Buceador en los más recónditos pliegues del alma humana y hábil maestro para pintar personajes torturados y dispuestos a la violencia, el director Sidney Lumet vuelve con Antes que el diablo sepa que estás muerto a mostrar todo su talento en una trama plena de suspenso y de emoción. Sus principales personajes son, aquí, Andy, un empresario aparentemente exitoso, casado con una hermosa mujer, y su hermano Hank, divorciado, padre de una hija, destruido económicamente y afecto al alcohol. Lo que nadie sabe es que por su adicción a las drogas Andy está al borde de la bancarrota, mientras su mujer mantiene un secreto romance con Hank.
La existencia de ambos se complica cada vez más hasta que al astuto Andy se le ocurre un plan que resolverá tanto sus problemas como los de su hermano: robar una importante joyería. Pero cuando quien planifica el delito se lo comunica a Hank, éste se horroriza, ya que el local asaltado será la joyería de sus padres, quienes cobrarían el seguro mientras ellos venderían las joyas. Hank será quien ingrese, arma en mano, a ese lugar en el que el botín parece estar esperándolos, pero su temor hace que contrate a un experto ladrón para que lo supla en la tarea. Sin embargo, todo se complica cuando el delincuente contratado es descubierto por la madre de los hermanos, que, si bien resulta gravemente herida, mata al delincuente gracias a un certero disparo.
A medida que Charles, el padre -una excelente actuación de Albert Finney-, va develando esta verdad cruda, devastadora e increíble, la maldad aflora a la superficie del corazón de las personas que uno menos se imagina y los secretos comienzan a salir a la luz mientras se enfrentan hermanos contra hermanos y padres contra hijos. La trama se convierte así en un melodrama criminal que arrastra a todos los miembros de una familia hasta los extremos de la degeneración moral. El infortunio, como en los mejores ejemplos de la tragedia griega, o como en la reciente El sueño de Cassandra , con la que este film guarda ciertas similitudes temáticas, se revela en las sombras de la fatalidad, de la culpa y del destino.
Excelente elenco
Sidney Lumet, que con este film vuelve a sus mejores momentos cinematográficos -recuérdense títulos tan emblemáticos como Doce hombres en pugna o Serpico -, supo rodearse de un excelente elenco, encabezado por dos de las figuras más talentosas de la cinematografía norteamericana: Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke, quienes otorgan la suficiente potencia a esos hermanos atrapados en medio de un puzzle trágico. Marisa Tomei logra, también, dar credibilidad a su papel de mujer envuelta en esa espiral siniestra, en tanto que la fotografía y la música supieron crear el oscuro clima necesario para esta historia que vuelve a mostrar la habilidad de Sidney Lumet para encarar guiones como éste, en los que se plantea la lucha que sus protagonistas deberán enfrentar para tratar de salir de sus respectivos infiernos.
Adolfo C. Martínez "Diario La Nación"
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