miércoles, 22 de octubre de 2008

El Precio a Pagar (Francia 2008)

Todo matrimonio lleva consigo tanto la felicidad más envidiable como los problemas que surgen de la diaria convivencia. Dentro de ambas vertientes se halla Jean-Pierre, un importante hombre de negocios que parece tenerlo todo: finanzas exitosas, una esposa atractiva, una bella hija de dieciséis años, un departamento fabuloso y un espléndido automóvil conducido por Richard, su chofer, que es además el consejero de su patrón. Sin embargo, el empresario tiene un problema: desde hace años él y Odile, su mujer, duermen en cuartos separados y él se siente muy solo. Sin saber de qué manera revertir esta situación ni cómo salir de ella, le pide consejo a Richard, quien maneja su coche. Pero éste, a su vez, tiene sus propios problemas, ya que su novia, con la que convive, se convirtió en escritora y durante los últimos seis meses estuvo ausente de su lado.

Tanto uno como otro se sienten totalmente relegados por sus respectivas mujeres y comparten sus frustraciones. Frente a este conflicto conyugal, Jean-Pierre toma una importante decisión y le cancela a su esposa las tarjetas de crédito, le niega dinero y la deja sin un centavo para que ella lleve, como hasta ese momento, una vida de esplendor. Frente a esta situación, Odile trata de seguir su existencia a través de un secreto romance con un atleta y busca la manera de que su existencia de lujo vuelva a tener el resplandor de antes. Son muchas y variadas las aventuras y desventuras que viven tanto Jean-Pierre como Odile por un lado y el chofer y su novia por otro, ya que no es fácil mantener un delicado equilibrio en ese cuarteto que tropieza a cada paso con insólitas situaciones que se convierten en disparador de alocadas y, a veces, reiterativas escenas tamizadas, sin embargo, con eficaces gags y humorísticas vueltas de tuerca.

Cuadro disparatado
La directora Alexandra Leclére, autora, además, del guión, logró en ésta, su ópera prima, una comedia grata de la que emergen los problemas del dinero y del sexo a través de entretenidos pantallazos que apuntan a radiografiar a una pareja en quiebra, sostenida por situaciones que apuntan a divertir sin caer en lo meramente chabacano. La realizadora supo, además, manejar con habilidad a su elenco, ya que tanto Christian Clavier como Nathalie Baye lograron imponer la necesaria habilidad para dar vida a ese matrimonio que se enfrentará a tantas tribulaciones cotidianas. No menos eficaz es la labor de Gérard Lanvin como el circunspecto chofer que, a pesar de vivir sus propias desgracias, servirá como atento oído a los clamores de su patrón.

Inserta dentro de ese tipo de comedias que con tanta eficacia logra la cinematografía francesa, El precio a pagar se transforma así en un cuadro en el que tanto el amor, el dinero como el engaño se unen para seguir los pasos de esos protagonistas sumidos en la necesidad de resolver esos problemas en los que, en definitiva, todos ellos buscarán la felicidad perdida. La fotografía y la música son otros válidos elementos que hacen del film un cuadro disparatado que habla de la necesidad de lograr el retorno a su cauce normal de ese matrimonio en crisis.

Adolfo C. Martínez Diario “La Nación”

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