jueves, 2 de octubre de 2008

El Sueño de Cassandra (EE.UU. 2008)

Dejando por esta vez de lado la comicidad y la ironía, elementos que Woody Allen siempre supo manejar con auténtico talento, el realizador se inserta con El sueño de Cassandra en los terrenos del thriller, género en el que ya anteriormente había dado muestras de su inteligencia para examinar la naturaleza humana con profunda agudeza.

Este cineasta que maneja con genialidad los más recónditos estratos del hombre y su entorno brinda en su nueva producción una escandalosa maravilla acerca de la familia, del amor, de la religión, de la moral y del crimen, elementos que son, sin duda, su permanente obsesión.

El film es un relato atrapante y lleno de sorpresas centrado en las tribulaciones de Ian y de su hermano menor Terry, desesperados por salir de la mediocridad de sus vidas. El primero es un joven inconstante que está enamorado de una joven y hermosa actriz, en tanto que Terry, jugador compulsivo, contrae deudas que superan largamente su capacidad de pagarlas. A pesar de sus apuros económicos, los hermanos compran un viejo velero con la intención de acondicionarlo y navegar en él los fines de semana. Pero esto, sumado a la debilidad de Terry por los juegos de azar, provocará que ambos entren en un oscuro túnel en el que la situación financiera los acorralará sin remedio.

Su tío Howard, un modelo de triunfador a los ojos de toda la familia, llega a Londres tras una larga estada en los Estados Unidos, y su cuantiosa fortuna y sus éxitos económicos suponen un alivio para Ian y para Ferry. Pero todo tiene un precio, ya que Howard los obligará a contravenir la ley. Semiocultos entre la vegetación para protegerse de la lluvia y contemplados por una cámara que gira a su alrededor, Howard les propondrá a los desesperados sobrinos cometer un crimen que cambiará sus vidas para siempre.

Woody Allen retorna así al drama con asesinato en Londres, tras su exitosa Match Point , y lo hace para despejar dudas acerca de si estaba o no en plena forma y, especialmente, para conmover con uno de los finales más brillantes de toda su carrera. La enorme habilidad del director sorprende en su cambio de género de manera tan radical en su filmografía, ya que, por ejemplo, tras la divertida comedia sin pretensiones que fue Scoop , el genio regresa al drama más intenso con esta trama que recorre los intersticios más hondos de sus protagonistas.

A este guión de enorme carnadura dramática, al que no le faltan inteligentes diálogos ni algún chispazo de humor -sellos inalterables de la obra de Woody Allen-, se le deben sumar las excelentes labores de Ewan McGregor y de Colin Farrell poniéndose en la piel de esos hermanos inmersos en un diabólico plan propuesto por su tío, al que Tom Wilkinson logra interpretar con indudable pericia. Con todos los elementos manejados con suma habilidad -no hay que olvidar la música, factor que ayuda al clima de la trama, ni la fotografía, impecable en cada una de las tomas-, Woody Allen vuelve a demostrar en su nueva producción su inteligencia y su sensibilidad, y convierte a El sueño de Cassandra en una joya que atrapa lentamente hasta llegar a un final que asombra gracias a la astucia de ese cineasta que brinda en cada uno de sus films una mirada al mundo que nos rodea, ya sea a través del drama o de la carcajada.

Adolfo C. Martínez Diario LA NACION

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