sábado, 13 de febrero de 2010

El Arbol de Lima (Israel-Alemania-Francia 2008)


Salma es una viuda palestina que vive sola en una casona rodeada de un campo de limones. Con los hijos lejos de su lado, y sólo acompañada por un anciano que la ayuda en sus quehaceres domésticos, esos limones que recoge diariamente y con los que prepara refrescos son su pequeño y placentero mundo. Su padre muerto le dejó como única herencia esas plantaciones y ella hace honor a ese testamento con ansias de que su campo sea cada vez mayor y más productivo.

Pero el destino le tiene reservada una sorpresa: el ministro de Defensa de Israel se muda a una mansión justo frente a su campo de limoneros, en la línea fronteriza entre Israel y Cisjordania, y las autoridades militares declaran que los árboles de Salma son un peligro, ya que en ellos pueden refugiarse terroristas. La orden es estricta: deberán ser derribados.

La mujer comenzará una tenaz lucha para defender su pertenencia y recorrerá dependencias oficiales intentando que la orden sea revocada, pero sólo un joven abogado palestino se interesará por su problema. Tampoco esta lucha por sus derechos pasará inadvertida para Mira, la esposa del ministro, y entre ambas mujeres surgirá una relación que superará las fronteras.

El realizador Eran Riklis, el mismo de La novia siria , sobre la base de un guión tan sencillo como emotivo, construyó un film que es a la vez un mensaje de comprensión y de calidez que sin embargo no apela al fácil melodramatismo. Todo transcurre dentro de un tono poético que transforma el film en un mensaje de concordancia y entendimiento en medio del fragor de las acciones bélicas, y de ese tono poético surge la figura de Salma, un estupendo trabajo de Hiam Abbas.

Adolfo C. Martínez para Diario La Nación

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