martes, 2 de febrero de 2010
Las Flores del Cerezo (Alemania 2008)
Concebida como un homenaje al legendario realizador Yasujiro Ozu, la directora alemana Doris Dörrie retoma en Las flores del cerezo temas fundamentales del cineasta japonés para abordarlos en armonía con el espíritu de su patria. Aquí Trudi, una mujer de mediana edad, se empeña en viajar al Japón desde el momento en que conoce la enfermedad terminal de Rudi, su marido. Uno de los tres hijos del matrimonio vive en Tokio y ella cree que un buen pretexto para salir de su país es visitarlo y conocer el monte Fuji. Su esposo rechaza la oferta pues considera que esa montaña es como cualquier otra y que resulta más económico que su vástago vaya a verlos a Bavaria. La pareja opta entonces por visitar a sus dos hijos restantes en Berlín y la esposa, tras aceptar sin quejas el trato, advierte sin embargo el desapego que ellos mantienen hacia sus padres.
Trailer de Las flores del cerezo (doblada al español)
Renacimiento
Una mañana Rudi comprueba que su mujer murió apaciblemente en la cama del hotel que residían y proscripto por la incomunicación con sus hijos, herido de soledad, decide emprender un viaje a Tokio para encontrarse con los anhelos de su mujer. Allí, en esa enorme ciudad, el hombre se siente rechazado por ese hijo que era el preferido de su esposa y comienza a recorrer las calles atestadas de gente hasta encontrar, por casualidad, a una joven que celebra el festival de los cerezos en flor, símbolo de un canto a la belleza, a la transitoriedad y a los nuevos comienzos. En este relato la directora Doris Dörrie retoma casi todas las motivaciones del cine de Ozu: la incomunicación generacional de una familia, la soledad debida a la muerte y los hábitos de una cultura por demás imbricada en símbolos de amor y comprensión. Con estos elementos la realizadora radiografía la paradoja que da simetría a la narrativa del film y si bien primero relata la soledad de Trudi, a su muerte, que es el desdoblamiento de la metáfora, comienza la crónica del aislamiento de Rudi.
Bella por su hondura dramática y siempre dispuesta a cantar a la esperanza, Las flores del cerezo es una de esas pequeñas joyas que nuevamente Doris Dörrie brinda a los espectadores, tras sus anteriores producciones en las que también el Japón y sus costumbres fueron el eje de sus relatos. El excelente trabajo de Elmar Wepper, la sobriedad de Hannelore Elsner y la calidez de Aya Irizuki son, aquí, factores decisivos para que esta nueva entrega de Doris Dörrie conmueva por su temática y por ese trasfondo humano que hurga con emoción en lo más profundo del alma de sus protagonistas.
Adolfo C. Martínez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario