Posiblemente la aventura más cruda, brutal y apasionante del siglo pasado tuvo lugar en octubre de 1972 cuando un avión que conducía, desde Uruguay hacia Chile, a un equipo de jugadores de rugby cayó en las heladas cumbres de los Andes. Fueron estériles los esfuerzos de las autoridades argentinas, uruguayas y chilenas para hallar los restos de la aeronave, y setenta y dos días después del accidente un arriero encontró, ateridos y al borde de la muerte, a dos de los sobrevivientes que habían caminado setenta kilómetros para buscar auxilio. A partir de allí los rescatistas pudieron encontrar a los catorce jóvenes que habían esquivado la muerte.
Este episodio que conmocionó a la humanidad entera llega por tercera vez a la pantalla grande, ahora de la mano del realizador uruguayo Gonzalo Arijón, quien combina el relato y la proeza de historias clásicas de aventura con serios dilemas morales y actúa como recordatorio evocador para buscar la belleza y el goce, incluso en las profundidades de la desesperación. El realizador acompañó su relato con hábiles aunque muy eficaces recreaciones y diversos recursos formales como flashes continuos, juegos con el negativo y páginas de diarios y revistas de la época. Utilizó, además, a algunos de los protagonistas de la tragedia, para recordar las vicisitudes que vivieron en las montañas.
El vuelo, el impacto, el alud que sepultó a ocho amigos, la decisión de alimentarse de los cuerpos de los compañeros muertos, la expedición en busca de ayuda, el rescate y la vida que continuó para cada uno de los sobrevivientes se reflejan con vigor en esta producción que aúna el documento con las palabras y las figuras de algunos de quienes participaron en ese épico suceso.
Adolfo C. Martínez (Diario La Nación)
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