sábado, 13 de marzo de 2010
Los Abrazos Rotos (España 2009)
A medida que avanza su carrera (hace una semana cumplió 60 años y ya lleva 17 largometrajes realizados), Pedro Almodóvar apuesta por un cine cada vez más complejo y lleno de riesgos. Algunos podrán añorar el desparpajo y el espíritu contestatario de sus primeros films de la década del 80, pero siempre resulta estimulante que un director ya consagrado renueve en cada película su apuesta por la experimentación y se exponga al explorar nuevos territorios estéticos, temáticos y formales.
En Los abrazos rotos , la producción más cara (costó 15 millones de euros), la más compleja (demandó 14 meses de trabajo) y, por lejos, la más ambiciosa de su carrera en cuanto a estructura narrativa, saltos temporales y cambios de climas, Almodóvar opta por el melodrama romántico con elementos propios del film-noir, aunque en la película hay también espacio para un desenlace cómico e incluso para la autoparodia y la autocelebración, ya que dentro de las múltiples subtramas aparece el rodaje de una película llamada Chicas y maletas, que no es otra que Mujeres al borde de un ataque de nervios . Además, el director se permite incluir en pequeños papeles a varias de las "chicas" vistas en films previos, como Angela Molina, Lola Dueñas, Kiti Manver, Rossy De Palma, Kira Miró, Mariola Fuentes y Chus Lampreave, entre otras.
Video: trailer de Los abrazos rotos
A medida que avanza su carrera (hace una semana cumplió 60 años y ya lleva 17 largometrajes realizados), Pedro Almodóvar apuesta por un cine cada vez más complejo y lleno de riesgos. Algunos podrán añorar el desparpajo y el espíritu contestatario de sus primeros films de la década del 80, pero siempre resulta estimulante que un director ya consagrado renueve en cada película su apuesta por la experimentación y se exponga al explorar nuevos territorios estéticos, temáticos y formales.
En Los abrazos rotos , la producción más cara (costó 15 millones de euros), la más compleja (demandó 14 meses de trabajo) y, por lejos, la más ambiciosa de su carrera en cuanto a estructura narrativa, saltos temporales y cambios de climas, Almodóvar opta por el melodrama romántico con elementos propios del film-noir, aunque en la película hay también espacio para un desenlace cómico e incluso para la autoparodia y la autocelebración, ya que dentro de las múltiples subtramas aparece el rodaje de una película llamada Chicas y maletas, que no es otra que Mujeres al borde de un ataque de nervios . Además, el director se permite incluir en pequeños papeles a varias de las "chicas" vistas en films previos, como Angela Molina, Lola Dueñas, Kiti Manver, Rossy De Palma, Kira Miró, Mariola Fuentes y Chus Lampreave, entre otras.
Video: trailer de Los abrazos rotos
El film -de un gran virtuosismo y sofisticación formal, pero que por momentos cae en cierto manierismo y apela a algunos diálogos ampulosos- narra desde el presente y a través de constantes flahsbacks una historia de obsesión, venganza, manipulación, infidelidad, pasión, culpa y chantaje ambientada entre 1992 y 1994.
El protagonista es Mateo Blanco (gran trabajo de Lluís Homar), un guionista y director que queda ciego y que se hace llamar Harry Caine ("me convertí en mi seudónimo", dice). El propio realizador -un antihéroe que parece surgido de los anales del cine y de la literatura negra- va narrando en off su torturado pasado, sus desventuras artísticas junto con su productora y confidente (Blanca Portillo), y especialmente su historia de amor con Lena (Penélope Cruz), una aspirante a actriz y prostituta ocasional -vinculada afectivamente a un despiadado y poderoso empresario (José Luis Gómez)- que se convertirá en protagonista de su película y en el objeto de su deseo.
Como en La ley del deseo o La mala educación , Almodóvar apela a un laberíntico esquema de cine dentro del cine y, como en buena parte de su filmografía reciente, inunda el relato de citas y referencias (en este caso, desde Viaje en Italia , de Roberto Rossellini, hasta El beso de la muerte , de Henry Hathaway, pasando por el look de Audrey Hepburn para el personaje de Cruz). Y, lo que en principio aparece como un mero ejercicio de cinefilia insustanciosa, termina con el correr del relato en una conmovedora reivindicación del arte de hacer películas incluso en las condiciones más adversas. Porque Los abrazos rotos es eso: una épica sobre el amor y el cine.
Diego Batlle para Diario La Nación
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