sábado, 27 de marzo de 2010

Los fantasmas de Scrooge (Estados Unidos 2009)


En esta nueva versión de la historia navideña creada por Charles Dickens en el siglo XIX, la moderna tecnología del siglo XXI que captura el movimiento de los actores para trasladarlos del escenario a la computadora -y de allí a la pantalla-, y el 3D, actualizan las imágenes del relato sin quitarle ninguno de los elementos que lo convirtieron en un clásico. Con un considerable número de adaptaciones tanto para el cine como para la TV, el cuento de redención del avaro Ebenezer Scrooge, prestamista amargado, despiadado e insensible al que Jim Carrey le presta el cuerpo -y la voz en la versión en inglés-, transcurre en una Londres cubierta de nieve, imagen de postal pintoresca y al mismo tiempo espacio de miseria y desolación para quienes no tienen refugio del frío.



El director Robert Zemeckis ( Forrest Gump ), que hace unos años se fascinó con la captura de movimiento y ya realizó otras dos películas con la ayuda de la computadora ( El expreso polar y Beowulf ), respetó ese contexto y, aunque se trata de un film de Disney, decidió no escatimar escenas de terror tanto sociales como fantásticas. Cuando la cámara recorre la ciudad, sus edificios nevados y sus interiores oscuros y opulentos, el espectador está dentro del cuento tal como lo escribió Dickens. Un efecto de la historia con el que la tecnología 3D colabora, a diferencia de muchas otras películas en las que relato e innovación pelean por imponerse con la segunda siempre ganando la partida.

Cuando el viejo Scrooge es visitado por sus fantasmas el film se vuelve tenebroso y al mismo tiempo fascinante aunque cabe aclarar que algunas de las secuencias pueden ser demasiado terroríficas para el público infantil. Especialmente la aparición del torturado Marley, el fallecido socio del protagonista y heraldo de los espíritus por venir.

Con un lenguaje que respeta el estilo del original literario, con el que el doblaje local a veces tropieza en detrimento del desarrollo de la historia, Los fantasmas de Scrooge convierte una experiencia fílmica en una casi táctil, gracias a la belleza y el detalle de sus imágenes suntuosas. La llegada del fantasma de la Navidad presente resulta un momento culminante de esta elección estética del exceso.

Para los seguidores de Carrey, el film es un deleite del rango físico e interpretativo del actor que aquí compone a los espíritus que lo visitan además de a las versiones más jóvenes del propio Scrooge que, una vez más, como en todas las Nochebuenas, volverá a sufrir para finalmente aprender a disfrutar de la blanca Navidad.

Natalia Trzenko (Diario La Nación)

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