miércoles, 20 de enero de 2010

El Secreto de sus ojos (Argentina 2009)


El género policial contó con directores brillantes como Daniel Tinayre y Carlos Hugo Christensen en los años dorados de nuestro cine. Títulos como “Deshonra” o “La trampa” no tenían nada que envidiarle al cine negro americano. Más tarde, Adolfo Aristarain rindió homenaje al género y lo actualizó en “La parte del león “ y “Últimos días de la víctima”. Juan José Campanella, con vasta experiencia en el cine de Hollywood, en la Argentina cosechó aplausos y público con comedias sentimentales (“El hijo de la novia”, “Luna de Avellaneda”), por lo general desestimada por cierta crítica tilinga que desconfía de la emoción. Desde “El mismo amor, la misma lluvia”, su cine revelaba a un profesional en serio, que trabajaba con guiones impecables y elenco de primera.
“El secreto de sus ojos” es, en apariencia, un policial basado en la novela de Eduardo Sacheri, pero admite más de una lectura. Un hombre de mediana edad, Benjamín Espósito (R. Darín), acaba de jubilarse luego de trabajar toda una vida como empleado en un juzgado penal. Con demasiado tiempo libre, decide escribir una novela basada en una historia real de la que fue testigo y protagonista. Refiere un asesinato ocurrido en 1974 y la posterior investigación para encontrar al culpable.
La turbulenta Argentina de los `70 se cuela con su carga de violencia y muerte. A Espósito lo obsesiona la vida posterior de ese hombre que ha perdido a su mujer, violada y asesinada de manera brutal. De pronto, esa historia del pasado lo compromete más de lo previsto.
Lo suyo es una asignatura pendiente y ese tipo de cuentas se pagan caro, a pesar del tiempo transcurrido. La puesta en escena luce sin fisuras en todos los rubros y el aire “retro” que circula por las imágenes vincula al film de alguna manera con “La señal”, el film que dejó trunco Eduardo Mignogna y que acabó dirigiendo Ricardo Darín. Sobre el final, la película tiene varias vueltas de tuerca que van a desesperar a unos cuantos (como si el director dudara entre este o aquel desenlace). Decir que Darín se supera en cada film es un lugar común, pero vale la pena destacar el trabajo de Guillermo Francella en otro registro. Desconocido en el aspecto físico, no apela a ningún tic de capocómico para salir airoso en un personaje que se las trae. Cine industrial de la mejor calidad, atrapará al público con un relato tenso, al margen del pataleo previsible de esa crítica siempre lista para privilegiar películas para nadie.
Por: JORGE CARNEVALE Para: Revista Noticias

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